7/11/08

Presencias N° 3


Madurez

Madurez
es sembrar dulcemente la semilla
del árbol cuya flor nunca veremos
y amparar su prodigio silencioso
sin medir nuestro tiempo;

es saber que hay un sueño en cada hombre,
es descubrir el yo de sus anhelos
y al pasar, dedicarle una sonrisa
de saludo y aliento;

es mirar el camino recorrido
a través de la vida
y sentir como carga más pesada
la propia cobardía;

es aprender a dominar el miedo
es perdonar lo que nos hizo daño
agradecer la luz, el pan, el agua,
los amigos y el canto;

es saber que aunque somos diferentes
somos uno entre tantos;
es discernir por el sabor del fruto
la corriente en que abreva su raíz

y, sin sentirnos sabios ni blasfemos
es admitir la realidad del gris.

María Amelia Schaller

28/10/08

Presencias 2


ELOGIO DE LA TRISTEZA



Tengo una cosa mía, sólo una,
que nadie me codicia ni reclama;
no tengo amores, títulos, ni fama
y carezco de bienes y fortuna.
Tengo tan sólo esta doncella bruna
que me acompaña siempre y que me ama;
que es tan espiritual como la llama
y tan tímida es como la luna.
Nadie la vio jamás. Se oculta aprisa
detrás de mí, y yo ensayo una sonrisa
para quien, al pasar, pudiera verla...
Yo la llamo Tristeza, y es tan mía,
que disfrazo mis penas de alegría
y parezco feliz, por protegerla.
Erasmo Hugo Stivala
Alta Gracia – (Córdoba)


Soneto premiado en el Certamen Internacional de Poesía " Cittá de Ragusa". Academia Int. Iblea. Italia.1986

Presencias 1


MAESTRA RURAL DE LUZ
-a mi hermana-



Debajo del aromito,
mesa tumbada:
el pizarrón y la escuela
de una mirada.

Parece, en la polvareda,
estar la amada
maestra que ayer se fuera
sin decir nada...

ni nadie a quién decirle
qué sola estaba,
sin libro, cuaderno, tiza,
lápiz, pan, agua...

Claro está: si ya se fue,
allí no hay nada:
la brisa trae su figura
acostumbrada...

Igual que garza y estero
nube soleada,
con luna, ojalá de lluvia
necesitada...

Asombración de la siesta,
sonrisa de agua,
sin nadie que le dijera
ni muchas gracias...

Ni hace falta: bien sabe
por dónde andan
guapeando, los exalumnos
de su patriada...

Como vapor de rocío,
lágrima alta...

Paredes de horizonte,
cielitechada...

Dejó la maestra su escuela,
nunca ranchada...

De luz
en el silencio
de la picada...

Horacio C. Rossi
Santa Fe